miércoles, 30 de octubre de 2013

Shanghái

Llego con la fuerza de millones de palmas que señalan el epicentro de la economía del país, la capital financiera. La ciudad es un cúmulo de contradicciones, plagada de cromos antagónicos y fotografías que trato de quedarme para, un día cualquiera, regalar a quien quiera escucharlas. Pero ante todo, me lleno de momentos con los que sentirme más unido al mundo o a la realidad. Es imposible tratar de entenderlo todo pero no cejo en el empeño.
Barrio financiero y río Yangtze desde el Bund.
Octubre 2013. La Isla sin Camarón.
La metrópolis sazona las tradiciones con tecnología de vanguardia. Como un alquimista, trata de salpimentar la poción urbana de culturas europeas, americanas, modernidad o historia ancestral. De sabor oriental comprometiendo el futuro del medio ambiente. De edificios que tocan el cielo y desaparecen entre las nubes de polvo. De ríos púrpuras de neón reflejado, plagados de vida en largos hervideros serpenteantes de naves que transportan pescadores, comerciantes y turistas en constantes oleadas.

En los barrios, los rebaños se acumulan atolondrados e inertes esperando que la luz verde empuje sus cuerpos a la vida. Taxis, gritos, regateos, empujones, metros, consumo, horarios.

Sus habitantes se jactan de ir dejando atrás al país avergonzado y retrógrado. Sonríen con orgullo al ver sus mentes abiertas, su optimismo empapado de influencias occidentales del foráneo, aprender idiomas antes impensables, a codiciar el consumismo occidental, absorber turismo y sacar tajada, a querer sentirse uno más en la fiesta...

Curiosa imagen al ver como en una ciudad de 20 millones de habitantes, aún hoy, en las diminutas y pobladas viviendas de los barrios más pobres se tiende la ropa en las aceras, entre farolas o arbustos. Sin miedo al robo pues se tiene la certeza de que esto trae mala suerte.

En la calle comercial más importante de una de las urbes con mayor población del planeta, llamada  Nanjing, puedes tener la suerte de encontrar chinos que escapen del mandarín y te hablen en un inglés básico. Incluso algún buscavidas te lanzará algunas frases o palabras aisladas en tu idioma, si se trata de un comerciante audaz. A su vez, también con algo de fortuna, encontrarás personas paseando tranquilamente en pijama entre el gentío y bullicio continuo. Ante mi asombro me entero que hace siglos, era un signo de poder y fortuna usar pijamas pues no eran accesibles a todos los bolsillos. La naturaleza del ser humano es inescrutable, pues las prendas con los que se pavonean estos ciudadanos se acercan más al algodón o franela que a la codiciada seda oriental.

Los parques son curiosos remansos de paz, en medio de calles en las que en ocasiones es imposible andar. En ellos la población disfruta de cualquier actividad en armonía y en grupos numerosos. Tai chi chuan, bailes modernos, terapias de relajación, cantos, artes marciales, comidas esporádicas o cualquier actividad que se pueda practicar al aire libre se muestran sin pudor ante la normalidad aparente del peatón.
Influencias europeas.
Octubre 2013. LISC. Shanghài.
Jardín Yu. Octubre 2013.
LISC. Shanghài.
Barrios gestados por ricos comerciantes extranjeros imponen cromáticas creaciones arquitectónicas que viajan a países lejanos y otros tiempos más florecientes. Según el prisma, París o Viena, Londres o una pujante ciudad del norte de EEUU. Incluso animándote a bailar al vaivén que marca el río Yangtze puedes ver un infinito escaparate de rascacielos que nada tiene que envidiar al famoso Sky Line de la gran manzana.

En las vías secundarias del centro conviven, al amparo gubernamental, los comercios de imitaciones de grandes marcas mundiales. Atrayendo al turista a un suvenir que nada tiene que ver con el país o sus riquezas culturales/históricas.

Las sombras de la noche, dejan entrever miedos y desengaños de una población saturada. Paralelismos entre creencias como el budismo o las tradiciones culinarias, asemejan a ciudades hindúes atestadas de polución, gentes y desigualdades.

La belleza de la ciudad asombra al doblar cada esquina, colosal, llena de vida y multicolor. Cuidando los detalles virtuosos orientales y respetando las formas. Pero tras sus telones también hay una sociedad que libera un animal que se aleja con odio del pasado y del resto de la nación. Que devora sueños de millones y también crea fortunas. Una ciudad que sueña en colores de neón, susurra al oído de los dioses y se levanta con aspiraciones de hegemonía comercial mundial.

Rascacielos que desaparecen en el infinito.
Octubre 2013. LISC. Shanghài.
Calle Nanjing, masificada. (23:00 p.m.)
Octubre 2013. LISC. Shanghài.
Comercios orientales en cualquier calle de la ciudad.
Octubre 2013. LISC. Shanghài.

4 comentarios:

  1. Me ha encantado, y has reflejado muy bien lo que se percibe al llegar y estar en Shanghái.

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    1. Muchas gracias. A mi me impresionó muchísimo los contrastes que tiene la ciudad. Lo cierto es que me gustaría volver algún día con más tiempo.

      Besos.

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  2. A mi también me ha encantado!, hasta me llegaba el murmullo de la gente, los olores,...las ganas de conocer China que nunca había sentido.
    Gracias por hacernos viajar contigo,,,y lo bien que escribes mi hermano.
    besos

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    1. Gracias a tí por leerlo. En cada viaje si te detienes te das cuenta de que vivimos en un mundo que encierra interminables mundos. Es increíble lo cerca y lejos que estamos en este planeta.

      Besos

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