lunes, 14 de febrero de 2011

El Columnista

Y con la llegada del frío y las lluvias se animó el primer colaborador de La Isla sin Camarón. Este prefiere guardar su nombre en el silencio, así que le denominaremos el columnista. Y ya saben que todo el que quiera tiene un espacio abierto para posar sus palabras en la cálida arena de nuestra islita. Espero que les guste y a ver si nos vemos más a menudo.


"Las condiciones físicas no andaban muy mermadas pero la noche estaba bonita con su fina lluvia acariciando nuestros pelos. Tan sólo bastaron unos centilitros de alcohol y una grata compañía de la que lamentablemente cada vez gozo menos -y en cierto modo es de agradecer- para invitarnos a hablar de apuestos hombres del cine con los que crecí obviándolos, más tarde apreciándolos y hoy, que ya es tarde, admirándolos. Me refiero a hombres como Charlton Heston, Humphrey Bogart, Kirk Douglas, Marlon Brando, Paul Newman,…hombres que “no hacían alardes”, estrellas que ya no están, estrellas que nos dejan secuencias imborrables, estrellas que tratamos de imitar con lo que no tenemos, estrellas que en ese preciso instante quise alcanzar y sin darme cuenta estaban bajo mis pies otras que aun a pesar de no haber sido nombradas eran muy buenas, estaba en ese entonces volando sobre el cercano cielo del Auditorio Alfredo Kraus y recapacité de lo bueno que tenemos y que nuestra idio-sin-gracia canaria se empeña en desmerecer.

En ese paseo por el estrellado cielo pude ver maravillosos campos de enrevesadas, atrevidas y apasionantes rutas para los amantes de lo nuestro que a la vez resultaban tan inaccesibles para los innovadores limpiasolares que pretendían instalar un telesférico, donde observé plazas custodiadas por frondosos laureles de indias en cuyo empedrado jugaban los niños un amigo de la escuela me señaló que un centro comercial no iría nada mal, …y dándome cuenta de lo diferente que pueden resultar las estrellas, sus tipos, colores, y dependiendo muy mucho de las admiraciones, fijaciones y obsesiones que en ellas la gente despierte (y que conste, respeto), si de estar contento con lo que se tiene o si por desear tener mucho acabar no teniendo nada, aterricé nuevamente en el paseo de nuestra querida playa de las canteras, intentando alcanzar las estrellas del cielo, pisando las del suelo y tocando a las que me quieren, sonreí mirando a quien cuido y aprovechando estar con quien descuido, sortee a la gente que pude sortear y me introduje en un bar de apellido canario al que sólo le faltaba hacer sonar a Otis Reeding cantando un enérgico “satisfaction” en un ambiente sin humo, pero con otros olores. No sé si fue una noche más."