miércoles, 30 de mayo de 2012

Océanos de fuego y tierra de malvasía.

En Lanzarote encontramos gran parte del carácter del canario. Cálido, cercano y reflexivo. Acostumbrados al ir y venir de pueblos, el conejero es impasible espectador del desembarco de culturas y miradas. Para lo malo, y de sobremanera, para lo bueno.

Su oscura tierra está marcada por océanos de picón1 que desafían al paso del tiempo. Espuma, salinas del Janubio y soledad bucólica. Alisios difíciles de adivinar en paisajes de “hace un millón de años”, hacen de la isla un lugar que nos invita a ensoñaciones de cuentos mágicos y pinturas impertérritas. No en vano, el mundo decidió escupir en ella su infernal fuego, mostrando sus entrañas sin pudor en Timanfaya.

Cultivos en la Geria. Lanzarote 2010.
La Geria. Lanzarote 2010.


La mística que se le atribuye a esta isla viene definida en gran medida por sus elementos: el fuego, el viento y el agua. Caracterizados mejor que en ningún otro lugar como el picón, la vid y la salitre del océano Atlántico. Cuadros salvajes deslumbran a sus visitantes, rindiéndose una y mil veces ante la extraña atracción de su cuerpo inhóspito. Aquí ni el constante sol ha sido capaz de rajar las piedras.

Algunos fuimos testigos de sus silenciosos susurros nocturnos, y embelesados suspiramos deseando sentirnos un conejero más. Creímos oír en el jable2 el llanto agónico de la “Princesa Ico” rememorando la prueba del humo que esta debió superar. O esperábamos con infantil ansia encontrar tras algún escarpado risco, una tranquila calita en Los Ajaches en la que la hermosa Mararía estuviese realizando algún rito de magia negra.

Los más osados, se despojan de mundanas ataduras fundiéndose con el encanto de la Geria hasta convertirse en parte de su paisaje eterno. Ilustres inquilinos de la isla que se resisten a partir y se perpetúan en sus anales como Saramago o Manrique, o el tinerfeño Arozarena, convertidos en símbolos por los que la isla ha hablado dando fe de su magnetismo creativo. Incentivados, claro está, por el seco vino blanco de malvasía y un enyesque de queso de cabra de Uga. 

El diablo en Timanfaya. Lanzarote 2010.

Océanos de Picón.
Parque Nacional Timanfaya. Lanzarote 2008.

Parque Nacional de Timanfaya. Lanzarote 2008.
  
1 Picón: Cenizas que expulsan los volcanes en sus erupciones. Al solidificarse se convierten en lava volcánica.
2 Jable: Nombre que deriva de la palabra francesa “sable”, que significa arena.