miércoles, 26 de septiembre de 2012

Amores musicados (soneto inglés)

A veces empujo una quimera,
el lápiz la alumbra en papel,
y mis pasos no dejan estela;
no son más que sueños a tropel.

Me bebo el vino a grandes tragos,
y olvido que ahora hace frío,
ahogo promesas y amagos,
es hora de soñar como críos.

Y ya dejé de cazar mariposas,
esto si es una falta, Quiquito,
soñemos de nuevo en esas cosas,
que convierten el amor en infinito.

Sellemos un pacto sincero, mezclando las almas con lo que tú pides, hagamos un trato y espero, que así nunca mais de mí te olvides.

Viva el buen vino, que es el gran camarada para el camino (Pío Baroja).
La isla sin Camarón.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Cuba. Reflexiones desde un avión que cruza el charco 2

       2.     Sociedad y cultura. El son cubano.

Cuba aún se encuentra viviendo, por sus calles, su magnífica arquitectura y sobre todo por su estancamiento económico, en aquella romántica época ya pasada que el tiempo se llevó para no volver. Sólo un paseo por cualquier población de este caribeño país nos servirá para entender esta afirmación.
Edificio de la calle Villegas en la Habana Vieja. Cuba.
En el casco antiguo de la capital del país, en la Habana Vieja, pude comprobar, y a continuación trataré de narrar, cómo imágenes cotidianas que se suceden a diario, producen impacto a lo ojos de un forastero por su sabor a tiempos pasados: “Con el alba, el anuncio del panadero se escuchó con estruendo cortando el silencio de súbito. Doblando por la calle Obispo, se incorpora a la calle Villegas, vociferando el anuncio de que un día más amanece. Mientras, los primeros rayos de sol tiñen de ocre las desvencijadas fachadas de la Habana. Sus callosas y activas manos, empujan un carro cargado de hogazas de pan recién horneadas, la ciudad se quita las legañas y comienza el trajín diurno”. Un episodio que no hace más que describir con sentida añoranza como el reloj se detuvo a mitad del siglo pasado en la añeja ciudad de la Habana. Impagable oportunidad de revivir escenas que, actualmente, no son más que fotos en blanco y negro de lo que ocurrió en la mayoría de grandes ciudades de este planeta.

En Cuba la música no se toca. Se siente y se baila. Se canta, y ante todo se manifiesta de todas las formas a la que los cubanos tienen acceso. A cada paso corremos el riesgo de toparnos con un guaguancó, una rumba, un son, punto cubano, bolero, salsa, o incluso reggaeton entre otras muchas expresiones musicales. Es difícil entrar en contacto con este país de manera impasible y disfrutarla como simple espectador. Los cálidos acordes te irán introduciendo en los ritmos caribeños que con el paso del tiempo se convertirán en la banda sonora de tu día a día. En mi memoria, cada pintura de este país está musicada. La música no dejó de sonar nunca, ni bajo la opresión de Fulgencio Batista, ni en los posteriores complicados momentos de la revolución. Y es que Cuba sin música… ya no sería Cuba. 
Músicos callejeros. Agosto 2012. Trinidad, Cuba.
Casa de la Música, Agosto 2012. Trinidad. Cuba












A ritmo percusionado de la clave cubana, el autóctono te atiende con cálido interés. Una ocasión para demostrar, nuevamente, que las ataduras del tiempo no rigen los compromisos del vecino isleño. Los patrones rítmicos marcan, a su vez, el devenir de una jornada repleta de sosegadas paradas, a la sombra de un almácigo o un cedro, huyendo del húmedo y abrasador sol. Es frecuente, encontrar alguno que se guarece bajo su manto, disfrutando de la fruta tropical: manga, fruta bomba, banano, guayaba o el coco.

En la “Plaza de Armas” de la ciudad habanera, se comprueba como la desesperanza del pueblo ha germinado en un carácter afable e inquieto, habituado a mirar el futuro con un obligado optimismo. Los tenderos, en el mercado de libros de segunda mano, hablan reposadamente sobre los errores del pasado, las viejas fórmulas fallidas, y de como la unión del pueblo les ha ayudado a superarse. El cubano, a diferencia de otros países, se ha acostumbrado a vivir con la necesidad, pero esto no les ha robado la sonrisa y el gesto afable.

Y es por esta necesidad, por la que, de los múltiples colonizadores, explotan lo bueno de sus legados; cereales, legumbres, tubérculos, hortalizas, café, arroz, maíz, cacao y sobre todo la caña de azúcar (proviene de América Continental), que antaño genero una riqueza de la que aún hoy podemos deleitarnos con su preciosa arquitectura (la mayoría de ella tristemente estropeada) y fabulosos vehículos (lo que sí parece increíble es que aún se muevan). Esto nos demuestra, que en este singular país, sus habitantes se conjugan con la necesidad, y acostumbran a tomar como suyas las más económicas herencias de subsistencia. Exprimiéndolas hasta hacerlas propias.
Una calle en la Habana, Cuba. Agosto 2012. La isla sin Camarón.
En pocas palabras; resulta imposible entender lo que es sentir Cuba hasta que uno no se da un sosegado paseo por el malecón habanero; transpira su húmedo clima; siente la brisa en Viñales disfrutando de sus imponentes “Mogotes”; se regocija con un chapuzón en una de sus extensas y caribeñas playas; goza del interior de la isla, cargado de densa vegetación; disfruta del atardecer en Trinidad sintiendo al cantautor local; o, simplemente se despoja del reloj y, con un mojito o cachánchara1 en mano, degustando un Montecristo, disfruta de una relajada conversación para celebrar que aún seguimos vivos.

Y es que, tal y como bien sentenció Compay Segundo [No espero en un rincón la muerte, ella tiene que perseguirme”], acerca de su manera de entender la vida, así es como la disfrutan sus compadres. Porque en Cuba... no todo va a ser luchar.

Pintadas en las paredes de La Habana, Cuba. Agosto 2012

1 Cachánchara: Dulce bebida típica de la provincia de Trinidad compuesta por: ron, guarapo, jugo de limón y hielo.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Reflexiones de un tío que duerme poco.

Parece que la aciaga noche se acerca, esa que, como tantas otras noches, te da la sensación de que va a ser interminable pues no estás muy seguro de cuándo volverá a brillar el sol. El futuro se vuelve turbio, sin sentido, dando cuenta de que la realidad imperante, esa que nos ha venido dada, cada vez se aleja más del paraíso prometido. Son tantas las cosas que se han perdido en el camino, tanto los sentimientos e ilusiones que se han vuelto vacíos, que llegados a este momento, ese en el que nos aproximamos a degustar el desconcertante sabor de la nada, nos sentimos desamparados, desprotegidos, caminando hacia el futuro incierto.

No puedo negar que en más de una ocasión pienso que todo se reduce a vivir siendo individuos alienados dentro de un gigantesco y, a veces, siniestro colectivo, pues mientras más veo y leo de economía, de política, de las elecciones, de rescates, de las declaraciones de nuestros dirigentes, de los sindicatos, de la patronal, del Banco Central Europeo, y, en definitiva, de la madre que los parió a todos, me invade una mayor desesperanza ante el sistema establecido. O nos movemos para buscar una salida, o nos vamos todos a la mierda. Un sistema que fomenta la desigualdad, sea del tipo que sea, en el que la idea es comernos los unos a los otros, y crear así un modelo de vida ¿es acaso un sistema? Joder, bien pensado me acojona. No queda duda que es la hora del cambio, aunque, si es verdad Quique, ¿queda algo de arena bajo los adoquines?

¿Alternativas?, pocas me temo. No hasta que aquellos que deciden sobre el resto se den cuenta de que la teta de la que maman es caduca. Es por eso por lo que yo, otra simple abeja de la colmena,  observo con desesperanza como nos vemos abocados al abismo. Sin embargo, a la misma vez grito: ¡¡basta!! Me niego a entrar en ese oscuro túnel, ese abismo en el que la nada nos ciega y oculta las cosas, y en donde, si nos dejamos engullir, se nos terminará separando de lo que realmente importa: las personas y las sensaciones que con su alegría y presencia nos dan vida y nos dan luz.

Lo cierto es que siempre habrán momentos buenos, y momentos malos, pero quiero ser yo quién decida a cual quiero dar más importancia, y he escogido primar al máximo a los primeros sobre los segundos. El reconfortante reflejo del sol desde mi ventana, el dulce aroma del Atlántico, las conversaciones y el cariño de los que te importan, una sesión de guitarreo entre amigos y copas, el agradable entretenimiento que nos proporciona el cine, la literatura y la música, un simple beso en los labios, el tacto buscando la ternura o ese justo momento en que decidimos al fin susurrarle un sincero te quiero. No permitamos que conviertan nuestra vida en un desgarro al rojo vivo, confundiendo a nuestras piernas cual es el camino que no debió huir nunca de nuestro lado, en el que el hombre siente cómo único futuro sus ojos llorando. ¡Basta!, alcancemos con nuestra inocente y más sincera mirada un nuevo camino. Quizás ahí, es donde radica la semilla del cambio, contrario al futuro incierto. Me despido de ti ahora, no sin antes citarte esa frase final de las Uvas de la Ira, escrito por John Ernst Steinbeck y que trasladó con acierto John Ford al cine, que siempre me ha fascinado, y creo apropiada:

“Nosotros somos los que vivimos. No podrán ni eliminarnos ni destruirnos. Persistiremos y resistiremos siempre. Somos el pueblo

Escrito por Iván Monzón. 14 septiembre de dos mil doce.