Hace
algunos días me detuve a contemplar con interés a una de esas personas que
despiertan en mi una fascinación especial (de la que por ahora omitiré su
nombre ya que prefiero imaginar que es una más de otros seres excepcionales).
Estos
hombres y mujeres que considero esenciales viven entre nosotros aparentando normalidad.
Incluso pueden estar a tu lado en la cola de la pescadería y que no reparemos
en el brillo que su alma, de manera natural, desprende.
Hace
algunos meses (en un momento retomaré mi diatriba inicial pero considero que
esto que voy a contar es importante para entender porque escribo hoy estas
palabras) bajo un impulso excesivo de optimismo, comencé un texto que acabó en
la papelera y el olvido cuando, temeroso, me percaté que me estaba acercando a
Paulo Coelho y el olor a quemado me puso los pies en la Tierra.
De
cualquier manera, de aquel texto entusiasta y excitado puedo extraer dos párrafos
que recuerdo con claridad y que hoy ayudarán a clarificar lo que, con
dificultad, trato de explicar:
-
"…¿Y qué hacemos con los soñadores, maestro? Hagamos que sufran, hasta que
olviden que hay un mundo mejor…" Si, lo sé, descontextualizado parece
sacado de la mismísima biblia…
O
este otro párrafo que memoricé sin saber aún con que motivo:
-
"…y esos ilustres seres, que bajo cataratas continuas de quiméricos
proyectos avanzan; lográndolos o abandonándolos a partes iguales, por falta de
personas desinteresadas que naden en su misma dirección…"
Y así es cómo hoy,
bajo el sol tenue de la semana santa, se despertaron las ganas de valorar este
brillo nuevamente. Yo, que afortunadamente nací de una de estas personas
irrepetibles, que cada nuevo día aprendo observando con fervor a los que dejan
a un lado los límites racionales, y olvidando a los que no sueñan viven en el
imposible… que me puso enfrente a una segunda madre en Tenerife -que ve colores
en dónde los tonos se vuelven grisáceos-, y que cada nuevo día descubro seres
irrepetibles en cada dirección; cómo pudimos aplaudir la pasada semana en los
honores y distinciones otorgados por el Cabildo
de Gran Canaria2016. Entregados a un puñado de personas ejemplarizantes como Koldobike o González
Vieitez, empeñados en vivir mejorando colectivamente distintos aspectos de
nuestra sociedad.
Todos
podemos encontrarlos en nuestro entorno, incluso, como decía, en la cola de la
pescadería… héroes anónimos que no suelen pelear por salir en una foto, sino
por mejorar ese espacio en el que nadie repara… No sería justo enumerarlos, son
legiones y como digo, sus sueños no buscan palmadas en la espalda.
Pero
no me perdonaría finalizar obviando a quién, durante décadas, alimenta
terapéuticamente mis ansias para que cada gesto mío repercuta en el bienestar
de los demás. Entregado en cuerpo y alma, el sacerdote Esteban
Velázquez lleva una vida dedicándose a los que no son prioritarios, a personas
olvidadas que no son portada. Con fuerte vínculo a mi familia, es y será una
de estas personas que caminan firmes empujando "causas de menor
importancia".
Una de esas múltiples personas que nos regalan sonrisas, salud, bienestar o justicia; y consiguen con sus sueños que este mundo sea mejor. Para que todos tengamos la felicidad que nos merecemos.
Una de esas múltiples personas que nos regalan sonrisas, salud, bienestar o justicia; y consiguen con sus sueños que este mundo sea mejor. Para que todos tengamos la felicidad que nos merecemos.
Costa da morte - febrero 2016 La isla sin Camarón |
Para Dani, empeñado en lograr el equilibrio
No hay comentarios:
Publicar un comentario