Las lágrimas del próximo inocente ya están firmadas en
despachos ovales. La maquinaria militar sigue produciendo en un negocio
lucrativo en el que nunca habrá quebrantos de caja o pérdidas inviables
económicas.
Mañana habrá guerras, con más sangre si es posible. Mañana
serán los aliados contra las religiones, como anteayer. O quizá debamos
derrocar a algún líder injusto. Con certeza apuntaremos a África, a Asía, a
Latinoamérica, a la humanidad o a nosotros mismos.
No dejen de fabrican balas, siempre hay una cabeza que
destruir. Siempre existirá población inocente en la que continuar repartiendo
plomo y generando riqueza.
Los amantes de la patria vivirán felices, los amigos de las
líneas divisorias, los esclavos del sionismo, el soldado de fortuna, el líder mesiánico,
las corbatas de la ONU, la sinrazón, el billete de oro negro, los diamantes bañados
en muerte, la mano de obra explotada, el precio del trigo, el índice Big Mac,
las fortunas, el control del capital… los intereses financieros… la codicia… la rueda continuará escupiendo desesperanza y
avergonzando a la humanidad.
El soldado, sencillo y mortal, siembra rosas en el vientre
de su amante mientras a golpe de escuadrón abona la soledad de su fusil en una
tristeza estéril y desatendida. Olvida al ser que lo habita y avanza con
decisión entre una oscuridad inocua. Aniquila y borra; escupe y sigue
directrices; descarga, apunta y mata sin compasión. Al mismo tiempo, en mesas
redondas se reparten el queso entre champán, en templos sagrados justifican en
el nombre de algún dios o aplican la ley del ojo por ojo cómo resolución de
conflictos.
¿Es propio del ser humano, encoger el alma de sus
congéneres, humillar y matar, despojando todo cuánto se posee?, ¿es parte de nuestra esencia demostrar nuestra
pequeñez moral pisando nuestro entorno, dejando una huella imborrable en los
que nos rodean?
Y el Estado decide con rotundidad firmar un pacto
antiyihadista proponiendo matar y matar. Nos convence de que la solución para lograr
la paz está en más muertes. Repite una mentira mil veces escuchada, cae en el
mismo hoyo absurdo en el que no hay retorno, pervierte el bienestar y se
conjura en matar en mi nombre cuando tenga la ocasión.
Las lágrimas del próximo inocente tal vez sean las mías. Las
muertes de tantos conflictos seguirán gritando, suplicándonos ayuda mientras
descansamos en nuestro sofá, clamarán inocentes al cielo aunque a nadie le
interese. Aquí firmaremos para protegernos del mal, nos subimos al carro de la
inconsciencia, dormimos en calma sin plantearnos que podemos ser culpables de
las muertes de mañana, de las injusticias de hoy. Seamos honrados con nosotros
mismos, seamos justos con los demás: no abones más campos de sangre, no generes
más odio.
Enrique Redondo noviembre 2015
No hay camino para la paz; la paz
es el camino- Mahatma
Gandhi -
Matadero Madrid. 30 Abril 2015. La isla sin Camarón. |
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