martes, 20 de mayo de 2014

Historia de besos

Los besos no se reciben, ni se dan. Acaso se sienten, disfrutan. Nacen espontáneos y se enredan versados con vidas que suceden a otras. Emergen de la vida mirando a los ojos.

Un beso olvidado, se encuentra perdido en el tiempo. Un beso con remitente en la deriva. Se apaga lentamente si no lo buscas, capaz de encandilar a quien lo desea y se sumerge en fantasía de espera.

Un beso que huele a flor de almendro, y sabe a canela y limón. Beso seco, metalizado. Húmedo, solitario, eterno, disconforme, finalista e invisible. Según se posa, explota mudo sin anunciarse en sueños alegres, cariñosos, en sueños carnales, libidinosos.

Besos paternales, según remitente. Besos que se dan en la lejanía, con letargo, amagando al destino. Besos que se mezclan con suspiros o se atragantan como nudos marineros. Al aire, silenciosos.

Besos que huelen a sol, sal y picón. A sudor y carne. A mojo, tortilla de papas y se maridan con vino del norte. Rimbombantes, con escalas de puntuación, picantes o babosos. En la espalda, en la monástica frente, la corva o en el interior de los muslos. Se piden despectivamente al final de la espalda y se dan con cariño en la mejilla.

Los hay que se dan con palabras, envueltos en sobres y mecanografiados, con aroma a lágrimas y perfume.

A despedida o desplegando las alas del recién llegado. 


Amores perros - Besos animales de la jefa de la calle.
LISC - Mayo 2014


6 comentarios: