martes, 2 de junio de 2015

¿Realmente las cosas pueden ser diferentes? Esperemos que sí.

Daba la sensación desde hacía ya algún tiempo que las elecciones del pasado 24 de mayo iban a ser importantes. De hecho, los días previos al domingo electoral experimenté algo que no me ocurría desde no sabría decir cuándo: tenía ilusión porque llegara la fecha y poder votar. Poder manifestar al fin con mi voto como quiero y deseo que se gobierne y contribuir en democracia a la mejora social y económica de la tierra en la que vivo. Pues con mi voto, y esto es algo en el que la desesperanza de cómo están las cosas aún no ha podido conmigo, puedo manifestar del mejor modo posible mi rechazo al poder imperante (a mi juicio corrupto y equivocado en sus políticas y en el que los mismos de siempre se turnan una y otra vez), así como apostar por la alternativa de cambio. Una alternativa que quién sabe, quizás posibilite un nuevo panorama político en el que confiar y del que estar orgullosos.

Todo ello se revistió de un color de esperanza tras escuchar entusiasmado los resultados electorales, siendo quizás la primera vez desde que tengo recuerdos en el que ha ocurrido algo inesperado y en el que siento ilusión, como hacía tiempo no me sucedía, al conocer las nuevas formaciones de gobierno. Ya no tanto por los partidos elegidos en sí, en los que aun a pesar de ser mi mayor deseo, no confío todavía pues el tiempo dirá si son la alternativa válida, sino por dar cuenta de que la mayoría ciudadana parece al fin tomar consciencia de la importancia que tiene participar del sistema político. Un sistema en el que no hay que aceptarlo todo por dado. Nos encontramos ante nosotros con la mejor de las oportunidades para romper con las inercias del silencio, el miedo, la inoperancia y la escasa implicación que han presidido la vida orgánica de nuestro sistema sociopolítico y económico durante los últimos años.

Pues ha llegado, o al menos eso parece, el fin del bipartidismo (tripartidismo en Canarias), si bien aún queda mucho camino por recorrer. Como por ejemplo modificar de una vez el método de toma decisiones en nuestra tierra con la doble barrera electoral, en el que la representatividad parlamentaria del voto es del todo inexistente. Un régimen electoral que parece diseñado básicamente para que Coalición Canaria pueda iniciar su habitual ronda de pactos con la izquierda o con la derecha, y eso qué más da, cada cuatro primaveras. Del mismo modo, y esto se puede elevar a todos los estratos, establecer por ley un sistema de elección mediante listas abiertas, y poder votar así a las personas y no a panfletos. Para poder alcanzar la regeneración política de Canarias uno de los puntos a tener en cuenta sería una profunda reforma del sistema electoral, ello si realmente los nuevos integrantes de nuestro Parlamento desean que los ciudadanos nos creamos que van en serio.

Asimismo, más allá de ideologías innecesarias, debe imperar el sentido común. Ese tan cacareado centro utópico, ajeno a doctrinas irrelevantes, que podría ser alcanzable si las personas fuéramos por primera vez en la historia racionales. Pues, a mi juicio, la respuesta no radica en hablar desde determinadas ideologías políticas, sino desde las libertades. "Ahora a trabajar, queda mucho por hacer" le escuché a Manuela Carmena el domingo para mi total regocijo. Espero que eso sea lo que ocurra en los nuevos gobiernos autonómicos y, si así procede, a escala estatal, pues es preciso trabajar con todas nuestras fuerzas y vigilar con el rigor necesario para que este nuevo espíritu rejuvenecedor del sistema político se traduzca no solo en palabras sino también en hechos.


“Si ya sabes lo que tienes que hacer, y no lo haces, entonces estás peor que antes.” – Confucio




Escrito por Iván Monzón López

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