viernes, 21 de septiembre de 2012

Cuba. Reflexiones desde un avión que cruza el charco 2

       2.     Sociedad y cultura. El son cubano.

Cuba aún se encuentra viviendo, por sus calles, su magnífica arquitectura y sobre todo por su estancamiento económico, en aquella romántica época ya pasada que el tiempo se llevó para no volver. Sólo un paseo por cualquier población de este caribeño país nos servirá para entender esta afirmación.
Edificio de la calle Villegas en la Habana Vieja. Cuba.
En el casco antiguo de la capital del país, en la Habana Vieja, pude comprobar, y a continuación trataré de narrar, cómo imágenes cotidianas que se suceden a diario, producen impacto a lo ojos de un forastero por su sabor a tiempos pasados: “Con el alba, el anuncio del panadero se escuchó con estruendo cortando el silencio de súbito. Doblando por la calle Obispo, se incorpora a la calle Villegas, vociferando el anuncio de que un día más amanece. Mientras, los primeros rayos de sol tiñen de ocre las desvencijadas fachadas de la Habana. Sus callosas y activas manos, empujan un carro cargado de hogazas de pan recién horneadas, la ciudad se quita las legañas y comienza el trajín diurno”. Un episodio que no hace más que describir con sentida añoranza como el reloj se detuvo a mitad del siglo pasado en la añeja ciudad de la Habana. Impagable oportunidad de revivir escenas que, actualmente, no son más que fotos en blanco y negro de lo que ocurrió en la mayoría de grandes ciudades de este planeta.

En Cuba la música no se toca. Se siente y se baila. Se canta, y ante todo se manifiesta de todas las formas a la que los cubanos tienen acceso. A cada paso corremos el riesgo de toparnos con un guaguancó, una rumba, un son, punto cubano, bolero, salsa, o incluso reggaeton entre otras muchas expresiones musicales. Es difícil entrar en contacto con este país de manera impasible y disfrutarla como simple espectador. Los cálidos acordes te irán introduciendo en los ritmos caribeños que con el paso del tiempo se convertirán en la banda sonora de tu día a día. En mi memoria, cada pintura de este país está musicada. La música no dejó de sonar nunca, ni bajo la opresión de Fulgencio Batista, ni en los posteriores complicados momentos de la revolución. Y es que Cuba sin música… ya no sería Cuba. 
Músicos callejeros. Agosto 2012. Trinidad, Cuba.
Casa de la Música, Agosto 2012. Trinidad. Cuba












A ritmo percusionado de la clave cubana, el autóctono te atiende con cálido interés. Una ocasión para demostrar, nuevamente, que las ataduras del tiempo no rigen los compromisos del vecino isleño. Los patrones rítmicos marcan, a su vez, el devenir de una jornada repleta de sosegadas paradas, a la sombra de un almácigo o un cedro, huyendo del húmedo y abrasador sol. Es frecuente, encontrar alguno que se guarece bajo su manto, disfrutando de la fruta tropical: manga, fruta bomba, banano, guayaba o el coco.

En la “Plaza de Armas” de la ciudad habanera, se comprueba como la desesperanza del pueblo ha germinado en un carácter afable e inquieto, habituado a mirar el futuro con un obligado optimismo. Los tenderos, en el mercado de libros de segunda mano, hablan reposadamente sobre los errores del pasado, las viejas fórmulas fallidas, y de como la unión del pueblo les ha ayudado a superarse. El cubano, a diferencia de otros países, se ha acostumbrado a vivir con la necesidad, pero esto no les ha robado la sonrisa y el gesto afable.

Y es por esta necesidad, por la que, de los múltiples colonizadores, explotan lo bueno de sus legados; cereales, legumbres, tubérculos, hortalizas, café, arroz, maíz, cacao y sobre todo la caña de azúcar (proviene de América Continental), que antaño genero una riqueza de la que aún hoy podemos deleitarnos con su preciosa arquitectura (la mayoría de ella tristemente estropeada) y fabulosos vehículos (lo que sí parece increíble es que aún se muevan). Esto nos demuestra, que en este singular país, sus habitantes se conjugan con la necesidad, y acostumbran a tomar como suyas las más económicas herencias de subsistencia. Exprimiéndolas hasta hacerlas propias.
Una calle en la Habana, Cuba. Agosto 2012. La isla sin Camarón.
En pocas palabras; resulta imposible entender lo que es sentir Cuba hasta que uno no se da un sosegado paseo por el malecón habanero; transpira su húmedo clima; siente la brisa en Viñales disfrutando de sus imponentes “Mogotes”; se regocija con un chapuzón en una de sus extensas y caribeñas playas; goza del interior de la isla, cargado de densa vegetación; disfruta del atardecer en Trinidad sintiendo al cantautor local; o, simplemente se despoja del reloj y, con un mojito o cachánchara1 en mano, degustando un Montecristo, disfruta de una relajada conversación para celebrar que aún seguimos vivos.

Y es que, tal y como bien sentenció Compay Segundo [No espero en un rincón la muerte, ella tiene que perseguirme”], acerca de su manera de entender la vida, así es como la disfrutan sus compadres. Porque en Cuba... no todo va a ser luchar.

Pintadas en las paredes de La Habana, Cuba. Agosto 2012

1 Cachánchara: Dulce bebida típica de la provincia de Trinidad compuesta por: ron, guarapo, jugo de limón y hielo.

2 comentarios:

  1. Niño,
    sin haber estado alli, me lo puedo llegar a imaginar...me gusto la primera entrada sobre el pais, politica e intelecto,reflexiones y quebraderos de cabeza de un sistema. Esta segunda, el sentir, "celebrar que aun seguimos vivos".. No se cuanto de veras puede la pobreza curtir un caracter afable y optimista..quizas no sea la opulencia ni el capitalismos salvaje quien lo moldee igual, quizas un termino medio, no lo se...

    Cuando estuvimos hablando de Cuba y ahora que te leo, me entran muchas ganas de conocerlo...

    Un abrazo Kikito,otra vez chapeau...

    tu primo, Dani Redondo

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    1. Que pasa Danielín; me alegro que te haya gustado.

      Tienes mucha razón en lo que comentas. Se ha demostrado que muchos países, en los que sus habitantes se han acostumbrados a vivir en la necesidad, los bienes materiales y comodidades pasan a un segundo plano. Se "aclimatan" (porque no hay otra) a no depender de ello para ser felicez. Esto, quizás, hace que el consumismo generalizado no les desvíe de la satisfacción que, por si solo, debería ser estar vivo.

      Cuba, me pareció fascinante. Y bien da para infinitas charlas sosegadas. Siempre con una cervecita fría, claro.

      Besos "Fantástico"

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